A principios del XVIII, la Ilustración y el racionalismo buscaban un reencuentro con la naturaleza,
del cual emerge como hijo directo el montañismo.
A este interés científico, se
suma inmediatamente el del conocimiento geográfico y el espíritu ilustrado de
arrojar luz sobre creencias y supersticiones y de aportar pruebas de la
inexistencia de seres demoníacos y fantásticos en las desconocidas montañas.
Surge una nueva
generación con la idea de subir las montañas más difíciles, hasta entonces
evitadas por imposibles, a pesar de que el equipamiento aún no es más que una
prolongación un tanto reforzada de la ropa invernal de la ciudad.
En este momento queda registrada la primera ascensión
en escalada libre tal y como hoy lo conocemos. En Elbsandstein, Alemania, Oskar
Schuster realiza la primera escalada en cabeza sin escaleras ni ayudas
artificiales. En 1912, Rudolf Fehrmann publica la primera guía de la zona, en
la que se describen las reglas que hoy aún perviven. Aún así, aun habrá de
pasar varias décadas hasta que la escalada se desvincule como deporte
independiente.
Oskar Schuster
Rudolf Fehrmann
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